Dicen
que los muertos que uno venga vienen a buscarlo cuando le llega la hora. Me
pregunto si ese muchachito habrá visto la cara del Edwin, la de Iván, la de
Rodrigo, después de que mi bala le atravesara el pecho. Yo sólo vi una cara la
noche que me apuñalaron y no era la de un muerto. Ya nadie sabe quién fue el
primero en caer pero, si me salvo de esta, juro que mi hijo no será uno más de
la comitiva.
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