martes

Dignidad

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-       A ese lo mataron.
-       Y…
-       También. No, miento, ese desapareció y nunca encontraron el cuerpo.
-       ¿Qué me dice de ese, el que está con el bebé?
-       Ay, sí, qué foto más linda… Eugenio se llevó a su hija y a su mujer, no sé para dónde. Con tanto ir y venir no hay quien mantenga el contacto. Ojalá estén bien.
-       Pero aquí no hay fotos de su familia…
-       No, esas estaban en otro álbum y ese se perdió cuando me quemaron la casa. Estas son fotos que yo fui recogiendo por ahí, de gente conocida, vecinos, amigos. El álbum me lo regalo la señorita Carolina, de la fundación, y yo lo llevo conmigo a todos lados.
-      
-       Esta me gusta mucho. Es un matrimonio. Vea el vestido de la novia tan bonito, con la corona y el velo; sencillo pero muy lindo.
-       ¿Sabe quiénes son?
-       No, ni idea. Esa la encontré en una talega que seguro se le cayo a alguien o que la habían tirado y se les olvidó sacar la foto. Se nota que es muy vieja, a lo mejor de los abuelos de alguien. Yo es que recojo todo lo que me encuentro, a ver qué hay, porque una nunca sabe. Así es que he encontrado muchas de las fotos.
-       ¿Y qué va a hacer después con ese álbum?
-       No sé, la verdad, no lo he pensado. Yo lo cargo conmigo porque es como lo que he podido salvar, ¿sí me entiende? Son imágenes que sobrevivieron, como quien dice… es que… cuando vienen y acaban con todo…
-      
-      
-       Ya está, tome.
-       Gracias. Ay, discúlpeme, señorita.
-       No pasa nada Dignidad, tómese su tiempo.
-       Yo no sé, señorita. Por ahora lo cargo en esta maleta y, pues, no sé, esperar a volver y tratar de levantar la casa otra vez y hacerle un altar a la Virgen y ponerle ahí el álbum. Es eso, esperar.

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